Osteria Angelino
Pedro de Toledo, 4, 29015 Málaga.
Tel: +34 951 77 27 62.
Es muy difícil que un restaurante reciba el Premio a la Eccellenza Italiana que concede una asociación mixta transalpina a aquellas empresas que contribuyen a la mejora de la imagen de Italia en el exterior.
La Osteria Angelino ya lo ha recibido, además de otros reconocimientos de los que incluso estarían muy orgullosos esos chefs principales o televisivos.
Esta osteria no es de pizzas ni espaguetis cuarteleros, sino un auténtico templo de la cocina tradicional romana, de donde son sus dos propietarios. Manolo Díaz Antonelli, de padre español, y Daniele Orieti, se liaron la manta a la cabeza y abrieron su primer Angelino hace siete años en la capital malagueña.
El local se les quedó pequeño y lo trasladaron a menos de doscientos metros de la Catedral con la intención de expandir sus sabrosos conocimientos con mayor facilidad en una zona de tránsito intenso.
La osteria -que en español puede traducirse por taberna o mesón- presenta en su carta algunos platos realmente estupendos que no tienen nada que ver con la oferta de las decenas de establecimientos italianos que todos conocemos y se ajustan a un tipo de cocina demasiado homogénea, de poco tratamiento en los productos y las elaboraciones con escasa originalidad.
Si viene aquí -y además tiene que venir sí o sí-, no deje de probar el caramelle Angelino (queso scamorza ahumado y panceta de cerdo; 7 €), el souté di cozze (mejillones, tomate, vino blanco, perejil, crema de ajo y picante; 8,50 €), los rigatoni a la carbonara (con huevo, queso pecorino romano, parmesano, pimienta negra y tocino de papada curado; 10,50 €), el paccheri alla vacinara (rabo de toro con tomate, vino tinto y parmesano; 13,50 €) o el filetto di maiale alle mele (solomillo de cerdo con manzana, puerro, mantequilla, ron, miel y vinagre balsámico; 13,50 €).
Fuera de carta le recomendamos un excepcional agnolotti de marisco y gambas en salsa de tomate agridulce (16 €).
Si usted vive en Málaga, nunca ha tenido tan cerca Roma de su casa. Tan romanos son que hasta han sofisticado, con los valiosos consejos de sus abuelas y sus madres, algunas recetas del Antiguo Imperio. Y ellos mismos incluso han reconvertido aquellos fogones antiquísimos en sugerentes expresiones de su eterna ciudad. Muy recomendable.