Toni Mitsuki. Quédense con el nombre. Este chef español de origen alemán y obsesionado desde hace años con la cocina nikei -de fusión peruana y japonesa- ha decidido trasladar su exitoso restaurante Kibo, situado en la calle Casablanca de Torremolinos, al centro de Málaga, donde abrirá el próximo mes de octubre un establecimiento de dos plantas en el número 9 de la populosa calle Compañía.
Mitsuki, que es como todos lo apellidan precisamente por ese interés que mantiene por los fogones orientales y su bifurcación en los hábitos alimenticios peruanos desde las primeras migraciones niponas al país suramericano a finales del siglo XIX, cerrará su local de Torremolinos a primeros de septiembre para dedicarse frenéticamente durante algo más de un mes a acondicionar su primer Kibo malagueño.
El flamante local, que se situará a un tiro de piedra del Museo Thyssen, también adecuará su carta con la intención de dirigir sus excelentes propuestas a un tipo de clientela más cosmopolita, tras la sorprendente explosión turística que ha experimentado la capital de la Costa del Sol en una década.
Pero en su nuevo Kibo no faltarán algunos de los platos que le han valido los mayores elogios de la crítica especializada y los aficionados a la cocina oriental de fusión, aunque Toni nunca deja de lado sus aportes personales mediterráneos. El tuca tuca de atún rojo, vieira, gambas y salsa de miso blanco, el ceviche de salmón con fresas, sus patatas bravas con kimchee, las croquetas de camarón sobre salsa de mariscos o las famosas tostas de sardinas ahumadas con aguacate y ají, entre otras apetecibles propuestas, no hay que dejar de probarlos bajo ningún concepto.
Sin duda alguna, un restaurante nuevo, atrevido, original, sabroso y honesto del que está muy necesitado una gran urbe que, a estas alturas de su progresiva diversidad hostelera, todavía carece de este tipo de oferta.