El imparable empresario de la restauración Manuel Villena (Grupo La Farola) acaba de inaugurar su sexto local. De nuevo, un gran asador. Este se ubica en Benalmádena, en las inmediaciones del Tívoli y está especializado en pescados y carnes —de todas las nacionalidades— a la parrilla. Su carta es muy efectiva a la par que elegante. Villena lleva años empeñado en dar de comer muy bien y con buen gusto a sus clientes.

En su parrilla tienen sitio las carnes nacionales, con caprichines como el wagyu ibérico, la ternera eco extremeña o la carne de bellota del Valle de los Pedroches; y las internacionales: vacas finlandesas y alemanas, principalmente.

La pasión por el txuletón le ha llevado a extrapolarlo en croquetas (10’50€). De las mejores que hayamos comido. Como las de cigala (12€). Sendos platos en los que trasciende la cocina del aprovechamiento al destinar a esta elaboración dos bocados de los más primorosos.

El capítulo de entrantes lo es de tal suculencia y contundencia que, muy bien, podría constituir una comida en sí mismo, de no ser porque aquí venimos a reencontrarnos con ese txuletón de tamaño prehistórico, asado con la primera técnica culinaria del homínido cocinante: la parrilla. Deliciosa la txistorra navarra de Arbizu (6,50), una de nuestras favoritas, así como el jamón ibérico (18€), la ensaladilla rusa (9’50€), finalista del Campeonato de Málaga. La parrillada de verduras (10, 50€) y las distintas ensaladas —tomates, endibias, cogollos— son otros imprescindibles de esta proteínica mesa.

Los postres no desmerecen al resto de la carta en saciedad. Ya hemos dicho que este restaurador tiene la obsesión de que en su casa se papee como en la de un capitán general, que elegiría, sin duda, los sibaríticos higos rellenos de uvas pasas y piñones con vino de Málaga, el tocino de cielo, el coulant de chocolate, ¿leche frita? Sí, también. Grupo La Farola. A mí la vida que me la como.

 

 

 

 

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