En Málaga se come cada vez mejor, ya sea a la altura estratosférica de los constelados que a la democrática pie de calle. La apertura de locales de cocina evolutiva como el del viajado chef Pablo Caballero Larios, contribuye a la prestancia de gran capital gastronómica de Málaga.

En este recoleto restaurante encontraremos una cocina mediterránea de raíz netamente catalana, sabrosa y actualizada, sosegada y sin estridencias. Tras los aperitivos ostrícolas (al natural, en salsa verde, al bloody mary), exquisiteces como la Ensalada Malagueña con Mousse de Bacalao (14€) o el Tartar de Calamar con Horchata de Piñones y Coco (17€).

También platos de extraordinario refinamiento a la par que suculencia, como el Canelón Maruchi (3,50€), las Manitas de Cerdo con Mole de Chocolate (16,50€) o los arroces cremosos de autor, como el Negro de Calamar y Carpaccio de Gambas (18€) o el Risotto de Azafrán (17€). Bocados de levantar la boina como el Revuelto de Ropa Vieja (15€), los Calamares a la Carbonara (16,50€) o elaboraciones con historia, como la Ternera, Puerros y Queso Azul como le gustaba a Suárez (22,80€).

Por lo demás, tentadora carta de postres (5,60€) a la altura culinaria de la comida: Chocolate sin Compasión, Catalonia Cream o su versión del Tiramisú; clientela fija y carta estacional, ofrece menú degustación con opción de maridaje con vinos de Jerez, incluyendo algunos revivals con los timbres de gloria de la casa.

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