Izakaya Sake, la taberna japonesa que llegó a Málaga
Los japoneses también van a tabernas a contarse sus cosas, picar algo primero, comer en toda regla después y beber siempre. Y a veces beben mucho, igual que los españoles, pero preferentemente sake, que es allí como el fino de aquí. Y todos tan contentos. Este tipo de establecimientos reciben el nombre de izakayas, y lo más curioso es que Málaga tiene la suya propia.
El chef Juan López Ramos se fue de vacaciones a Japón y se quedó allí dos años. Se sumergió en la cocina japonesa callejera, en la tradicional que huye de la universal, se empapó de sus técnicas y regresó a España con la intención de abrir su propia izakaya. Se llama Sake. Lo hizo en la capital de la Costa del Sol en noviembre de 2017 y su éxito empieza a consolidarse con mucho mérito.
Realmente este local es estupendo, fresco, de carta corta pero muy sugerente, chiquito de proporciones pero enorme en sus propuestas. A Juan López le acompaña en los fogones otro trotamundos, Enrique Hinojosa, y entre los dos lo bordan. Así de simple. Son inquietos, originales, españoles pero ciudadanos del mundo que apuestan por la combinación japomediterránea más alegre, informal, sabrosa y coherente del diversificado panorama gastronómico malagueño.
Todos los platos llaman la atención, pero nosotros recomendamos ocho por la excelencia de su integración final que logra intensificar los sabores, los aromas y las texturas. Excelentes son el rei shabu ibérico (loncha de presa de Jabugo al estilo japonés; 8€ la media ración), el dúo dorada umami (dorada de dos sabores; 14€), el nem de pato confit con teriyaki y mango (7,80€ unidad), el rape yakimiso con puré de raíz de apio (18€), el nasu dengaku (berenjenas a la brasa con miso gratinado; 8€), las kushiyaki (brochetas de Cinco Jotas con pimientos japoneses, de secreto teriyaki, de pluma ibérica o de mentraña de añojo; de 8 a 13,50€), el sunomono ika (ensalada de algas y rizos de calamar; 6€ media ración y 11 completa) o el excepcional aburi salmón con kimizu de ají amarillo; 13,50€).
Si no ha ido nunca a una taberna japonesa, ahora la tiene a un tiro de piedra. Absolutamente recomendable maridarlo con un vino andaluz como el Blanco Entrechuelos de Cortijo Torrecera/Miguel Domecq, un chardonnay jerezano.